mayo 02, 2008

Kirchner; El Aleph del Poder

Se desataron en los últimos días, un conjunto de situaciones que, antes que nada, no deberían sorprender. Tanto como aquellas otras que no ocurrieron. En efecto, a nadie debiese sorprender que Martín Lousteau haya dejado el Ministerio de Economía. Y tampoco, que su sucesor sea Carlos Fernández, el nuevo funcionario designado para ocupar dicha cartera. Como tampoco debería deparar sorpresa alguna que  Guillermo Moreno continúe en su cargo de secretario de comercio, que bien podría denominarse oficina NEP (Nueva Economía Política).  En todo caso puede resultar difícil de metabolizar, pero pertenece a una lógica implacable que preside las concepciones y los movimientos del matrimonio Kirchner.

 Existen muchos y diversos antecedentes previos que registran esta modalidad. Los colaboradores, según este peculiar criterio, no están para pensar. Deben limitarse a ejecutar. Y ejecutar no cualquier partitura, sino una sola, aquella que emana del Aleph del Poder. Y que aunque exista la tentación de denominarlo bicéfalo, no termina de responder a la verdadera realidad. En la apariencia, en la formalidad, podría describirse como compartido y consensuado. En los hechos, en la práctica, en el día a día y en los diseños de los pasos a dar, la bicefalia no es tal. La decisión final es del ex Presidente Kirchner. La Presidenta, como resulta obvio, acompaña. Y esto, finalmente, más allá de que en algunos momentos pudiese tener criterios mínimos de diferenciación. Un poco de estilo que recuerda el modernismo de Rubén Darío, ornamental y alambicado, estilo, dicho sea de paso, que tampoco genera desbordantes entusiasmos.

En los momentos  de hiperconcentración de poder, la historia lo enseña, sigue a ello, como corolario inevitable, la necesidad imperiosa del pensamiento único. No hay manera alguna de pensar diferente; se diría, sin extremar las cosas, que no hay posibilidad de pensar, lisa y llanamente. La línea viene bajada desde el vértice superior y los integrantes del panal ejecutan sus tareas, cotidiana y mecánicamente, según el “manual” de procedimientos, también construido desde las alturas del Poder. ¿Qué puede esperarse de Carlos Fernández? Especialista en finanzas públicas, administración tributaria y política fiscal, son todos ellos instrumentos para el manejo y seguimiento de la Caja. La economía y la política económica no estará instalada en el quinto piso del Palacio de Hacienda. Que para hacer lo que fuere se requiere una caja en orden. Situación que, como se sabe, tiende a presentar nubarrones, crecientes por lo demás.

El Gobernador Binner, desde Santa Fe, viene a reclamar con su recatada pulcritud, lo obvio. Que debe haber un Presidente. Pragmática y experta en el arte del poder, la liturgia peronista ya lo había expresado con anterioridad, por boca de Duhalde y en el lenguaje que el transeúnte de a pie mejor comprende, “hay doble comando”. Kunkel, siempre componedor, explicó que el gobernador era “gorila” y que sería bueno que en Santa fe hubiese algo más que medio gobernador. Si alguien que no fuera Duhalde quisiese graficar la realidad de estos días con mayor justeza, tal vez debería decir había. El episodio que se vivió la noche del 24, el viernes 25, los días anteriores y los que están en curso, revelan que paulatinamente la realidad se muestra tal como es. Que no será desnudada por completo en este presente y, tal vez, se tienda a realizar un conjunto de maniobras que intenten restaurar la alicaída imagen de la señora de Kirchner. Ya se sabe, desde Maquiavelo a nuestros días, que la responsabilidad mayor de quien detenta el Poder es preservarlo. También se conoce, y los argentinos tenemos memoria reciente,  lo que ocurre con aquellos que lo dilapidan. Al momento que comienza la erosión, esta resulta difícil de ser manejada. Si a esta situación, se le agrega un excipiente no tan módico de inflación, el tobogán adquiere una pendiente casi incontrolable.

Pertenece a la naturaleza de estos procesos el predominio, casi exclusivo, de una lógica binaria. Por cierto, la historia de nuestro país está marcada, en buena parte, por estas dicotomías deletéreas. Es bueno o malo, blanco o negro, unitarios o federales, libros o alpargatas, “aluvión zoológico y cabecitas negras” o los “ilustrados” de las urbes, etc. De nuevo Sarmiento y su Civilización y Barbarie. Mal entendido, peor ejecutado y sin intentar la síntesis que superara dichas contradicciones. Por estas malas razones, Lugones estatuyó al Martín Fierro como el libro de la épica nacional. Borges, taciturno y casi en penumbras, menos apodíctico, entendió que Facundo era superior.

Parece asistirse, en estos momentos, a una etapa más en el desarrollo de esta lógica binaria. Se está con nosotros o se es enemigo de la Patria. Sea que fueren los productores del campo, la soja que enriquece o empobrece o embrutece, según las conveniencias, el desabastecimiento, la inflación, que existe pero no tanto, las restricciones energéticas que solo predicen los agoreros, el humo de incendios fabricado por conspiradores, el dirigente agropecuario entrerriano a quien se investigará por “acopio” de armas (no de cereales) e incitación a la violencia, todo es producto de una oscura maniobra generada y transmitida por la perversión de los medios de comunicación, junto con aquellos otros que añoran a Videla y la “derecha” golpista.

La señora Cristina Fernández de Kirchner intuyó que podía designar a un Ministro de Economía con formación en sus estudios, con la hipótesis de un brillante porvenir. De ella y de la economía.  Hubo un pequeño detalle que terminó desbaratando el intento. El doctor Kirchner no conocía al joven en cuestión, que bien o mal, pensaba por su cuenta. En los primeros momentos, la Presidenta pudo ejercitar su deseo y Lousteau fue ministro. Este, procedente de una de las escuelas de economía más reputadas del mundo, no poseía la misma cintura política, equivalente a su formación universitaria. Por esta ausencia de experiencia, incurrió en el error, imperdonable, de las retenciones móviles. El error no es solo la impericia técnica. El paso en falso de Lousteau, es no haber sabido poner el termómetro y medir, adecuadamente, las repercusiones que estas desatarían. De modo y manera que el vivir en una burbuja, sin percibir siquiera una aproximación al diagnóstico del estado en el que se encuentra  la sociedad, no pertenece únicamente al hoy ex ministro. Es una falla garrafal de quienes viven, cual autistas, encerrados en cuatro paredes, por lo demás con soberbia y prepotencia.

En el momento que la situación se tornaba cada vez más delicada, intervino el ex Presidente. ¿De que manera? Fiel a su estilo y sin anestesia. ¿En que lugar? En Ezeiza, sitio no solamente conocido por ser la sede del aeropuerto internacional de nuestro país. ¿Con que anfitrión? Con un Intendente y su mujer, de los más fieles colaboradores del doctor Menem, en aquella época en la que el riojano gozaba de buena salud política, y se formaba cola para aplaudir. De paso, afilió al PJ a Maradona, donó a la sede partidaria un retrato de Lorenzo Miguel y se cantó la marcha. Todo en un mismo acto y en el mismo lugar. En ese marco expuso el doctor Kirchner. No lo mencionó a Lousteau y no fue necesario. Lo demolió de otra manera. Demonizó a quienes pregonan, según el ex Presidente, que lo adecuado en estos momentos sería “enfriar” la economía. Justo en el momento en que Lousteau presentaba un trabajo a la Presidenta, a los efectos de intentar desacelerar la inflación, más que incipiente, que registra la realidad. Una perfecta sincronización de golpes, a la mandíbula y al plexo, suficientes para sacar de combate al que piense lo contrario. El ex ministro entendió el mensaje con claridad y  presentó su renuncia. Otros, ya lo habían abandonado con anterioridad.

Nada impide pensar en la hipótesis que este episodio cierra transitoriamente un pequeño capítulo de esta historia, para dar comienzo a uno nuevo. Este nuevo que comienza, estaba ya prefigurado y embrionario en el que se ha cerrado. Y el que comienza puede tener dos rumbos antagónicos. O se produce una rectificación general del modo de ejercicio del poder, con sus consecuentes cambios de política, o se profundiza la línea que se ha desarrollado hasta hoy y que culminó, por ahora, con la salida de Lousteau. Algunas señales, emanadas del centro del gobierno, pueden ayudar a dilucidar la alternativa. El Ministro de Interior viene de declarar que “sin Moreno no se podría seguir ejecutando esta política económica”. Randazzo, hombre trabajado en los suburbios y por el fango del arrabal, no ha formulado, al menos públicamente, la obvia pregunta que sigue a su razonamiento: ¿Cuánto tiempo más se puede seguir con la concepción, el estilo y los métodos del señor Moreno? La respuesta vendrá de la sociedad, no de las elucubraciones de un hermético núcleo que detenta el poder. Grupo que tiene todavía la posibilidad de realizar correcciones, ni cosméticas ni homeopáticas, a algo que parece agotarse cada vez a mayor velocidad.

Otros indicios, también desde el seno mismo del gobierno, pueden contribuir a echar luz sobre el eventual curso futuro de los acontecimientos. Luego de la disputa entre la AFIP y la Aduana, que dejara fuera de los cargos a los dos responsables, Abad y Echegaray, no parece casual que este regrese al gobierno, nada menos que a manejar la ONCCA, organismo estatal que puede llegar a manejar no menos de u$s 1.000 MM por año en concepto de subsidios, reintegros, compensaciones o como guste llamarse. Subsidios que son la puerta de entrada a tener como rehenes a productores y comercializadores del sector agropecuario. Hasta hoy, Abad no tiene otro cargo en el organigrama oficial. Lo propio puede afirmarse del señor Jaime, secretario de transporte, que administra una fenomenal masa de dinero para repartir a discreción y que continúa, impertérrito, en su puesto. Son señales, nada más; podría haberlas de otro tipo y en opuesta dirección.

En este berenjenal, asume el doctor Carlos Fernández en Economía. Ya se ha dicho de su perfil técnico, de su perseverancia para el árido desmenuzamiento de los números de las cuentas públicas. No es un macroeconomista, detalle no menor en un país que viene infectado de un virus letal en materia de economistas de laboratorio. Aquellos de la “jaula de oro de la especialización”, al decir de Max Weber. El propio ministro fue más allá en su propia caracterización. El día que juró su cargo, se definió como “un soldado” de la política del ex Presidente Kirchner. Que es por casualidad, lo que el Santacruceño requiere y necesita en estos momentos.

A Néstor Kirchner le espera, de ahora en más, una ardorosa tarea. Con su desmesurada y brutal barricada de Ezeiza, terminó con el ciclo de Lousteau en Economía. Las esquirlas de semejante andanada no se agotan en el ex ministro. Se desparraman en diversas direcciones y con consecuencias imprevisibles. Y tendrá, entonces, que abocarse a la tarea de restaurar heridas abiertas en los más diversos ámbitos del gobierno. La primera y principal, intentar recomponer la imagen de la Presidenta, de hecho casi actora pasiva de la decisión que tomó su marido. A modo de ejemplo, el Canciller de España, el señor Moratinos que nos visitara el domingo y el lunes, más allá de sus temas propios, no sabía con quien debería ni le tocaría dialogar por los temas de su agenda. Es obvio que el encuentro con Taiana se descontaba, pero, ¿con quien más que tuviese capacidad de decisión para el abordaje de las cuestiones que le interesan? No parece ser esta la imagen que le convenga a nuestro país ante el mundo.

No será sencilla la tarea del doctor Kirchner, supuesto que la intente y la inicie. Viene de ser consagrado presidente del PJ, un armazón conformado por ciertos obsecuentes que todavía lo acompañan. Scioli es el vicepresidente de este aparato; una mujer, de Tucumán, ocupa otra vicepresidencia. Está en ese sitio, dado que es la esposa del gobernador de aquella provincia, Alperovich. Lo que ha quedado plasmado, en líneas generales, muestra y revela cual es la naturaleza del poder de Kirchner al día de hoy. Es un poder, este del PJ, definitivamente alquilado. Las locaciones, se sabe, se pueden rescindir. Y los aliados de hoy pueden devenir, mañana, en neutros y poco más adelante se sitúan en la vereda de enfrente. El propio intendente de Ezeiza, casi como la mayoría de los del conurbano, saben bien lo que implica ser íntimos de Menen, luego de Duhalde y finalmente, hoy, de Kirchner. El “olfato” de esa maquinaria de poder fenomenal, que es el gran Buenos Aires, sabe detectar con minuciosa precisión de que lado soplan los vientos para reacomodarse con rapidez y a tono con las nuevos tiempos. Por otro lado, los magullados que quedan fuera de este armado actual, aportarán su bálsamo para que esto, que parecía una sólida roca granítica, pudiese transformarse  en  peligrosas arenas movedizas.

Por otro lado, la propia gestión de gobierno, titularizada por su mujer, es probable que comience a transitar por caminos más ríspidos que los cuatro años y medio de la gestión que comandó Kirchner. La cuestión de la inflación es, de hecho, la más grave. Ya iguala y en muchos casos supera por mucho, a la preocupación ciudadana por la inseguridad. Nada tiene que ver en esto la  estafa perpetrada con el INdEC, institución que, dicho sea de paso, es ya conocida, local e internacionalmente, como la primera sociedad argentina de escritores de ciencia ficción. Se trata de la inflación que padece el ciudadano, la real, y que al paso que van las cosas tendrá un piso de al menos 25 /30 % de incremento anual. Si se es prudente en la proyección. ¿La solución seguirán siendo los redobles y mandobles de Moreno, inspeccionando todo y controlando a diestra y siniestra, cual patético esfuerzo de arar en el mar? Se sabe como terminan estos manotazos.

Variadas cuestiones más, de no menor importancia, se presentan en la agenda presente. Se habla mucho y se hace poco en lo referente a la cuestión esencial de cualquier proceso de crecimiento y desarrollo, que como se sabe es la inversión. Que además, no es cualquier tipo de inversión. Es la de capital fijo, aquella que produce y reproduce el ciclo de acumulación. Con más las obras de infraestructura, la mayoría de las cuales, se sabe, están prácticamente colapsadas en nuestro país. Y que para que ocurra, deben concurrir un conjunto de elementos que estimulen al empresario a emprenderla. Básicamente, es poder prever, de saber que el monto que se invirtió se recuperará en tal tiempo y de tal manera. Lo cual, como es obvio, requiere de normas conocidas y que resulten estables en el tiempo, con las tarifas que garanticen ese repago. Un Estado que tuviese una visión estratégica y de largo plazo, debería brindar señales y estímulos de lo que se debería priorizar. Un proceso de largo plazo no es solo la sumatoria de esfuerzos individuales, a la bartola y sin un marco general de orientación. Entre otras cosas, esa es una función indelegable del Estado. Que no quiere decir devenir empresario ni asumir roles que el capital privado, local e internacional, puede y debe acometer.

La señora Presidenta pareciera entender las cosas de otro modo. Acaba de firmar el contrato para la construcción del tren bala a Rosario, al cual acaba de definir, una vez más, como “un salto a la modernidad”; para otros es un salto al vacío. Ha dicho que se financiará en treinta años, con más siete de gracia, como si todo ello fuese gratuito. Lo cierto que nuestro país tomará deuda para dicho emprendimiento, con lo cual se hipotecará por varias generaciones, a lo que habría que sumar el costo emergente, y que no se aclara, de los subsidios que se deberían aplicar, para que alguien, alguna vez, se movilice en dicho medio de transporte. Semejante despropósito pertenece a un cierto tipo de delirio que dio motivo y fue novelado en las creaciones más notables del realismo literario de estas zonas del mundo. Las alucinaciones de quienes detentaban, transitoriamente, el poder.

Para terminar, la cuestión del campo. En una marcha frenética contra reloj, el miércoles 30 de abril,  luego de siete horas agotadoras de reuniones, se dio por finalizado un capítulo de este despilfarro de tiempo y energía, sumatoria de improvisaciones y marchas y contra marchas de parte del gobierno. En carnes se volvió a ratificar lo que se había prometido diez días atrás y no se había cumplido; en trigo otro tanto, que de  ninguna manera disipa las incertidumbres para la próxima campaña y, finalmente, la promesa de continuar dialogando en la primera semana de mayo.

Parece, a todas luces escaso, para las demandas que dieron origen al movimiento que puso en pie a todo el campo argentino. Mucho tendrán que trabajar los dirigentes de las cuatro entidades más representativas del sector, para lograr de sus entidades de base y sus adherentes, la prolongación de la tregua, siquiera sea por unos días más. Y la cuestión central, la de las retenciones móviles, tampoco podrá demorarse mucho tiempo más.

Se sabe en el mundo, los dirigentes serios de nuestro país no lo ignoran y los representantes de las entidades agropecuarias lo palpan a diario: se presenta, para nuestro país, uno de los más promisorios horizontes de largo plazo que se hayan conocido. Colocar en un mundo ávido de alimentos, los excedentes de nuestra producción agropecuaria. Una política, no prejuicios de barricada, resulta indispensable para alcanzar y lograr ese desafío. Nuestro campo lo puede hacer. ¿Estará el gobierno a la altura de lo que las circunstancias requieren? No pasará mucho tiempo para verlo.


Buenos Aires, mayo 2, 2008.

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