noviembre 03, 2010

La insurrección es el acceso de furor de la verdad

Ha pasado una semana desde el fallecimiento del doctor Kirchner. Ha producido, a tono con una cierta necrofilia del país, un fuerte impacto en la sociedad. Esta conmoción resulta no menos previsible que el desenlace que finalmente ocurrió. Todo un conjunto de circunstancias así lo hacían presagiar. Queda, ahora, al mando del Ejecutivo, su viuda, Cristina Fernández. No parece sencilla la tarea que por delante le espera.

Convendría, por lo demás, intentar el esclarecimiento de ciertos aspectos que, en el barullo de la propaganda oficial, no se han abordado debidamente. Más allá de cómo se ha intentado presentar al extinto Presidente, es menester poner ciertas cosas en su lugar. Kirchner ha sido la figura política más importante de los últimos siete años; no de una década o un cuarto o mitad de siglo, y menos aún de toda una centuria. Mucho menos, la figura de un estadista, como pretende presentarlo el Diputado Dante Gullo, confundido en esta cuestión como en la mayoría en las que suele opinar. Nadie podría desconocer el esfuerzo, el tesón, la perseverancia que puso el doctor Kirchner para el logro de su objetivo: el poder, el puro poder por el mismo poder. Desde los tiempos de intendente de Gallegos y Gobernador de su provincia, hasta la presidencia de él y su mujer. Su figura toma vuelo nacional cuando asume la Presidencia, en 2003, más allá de sus innumerables acuerdos con la política del doctor Menen y la colaboración estrecha, muy estrecha, con el ministro Cavallo, tal como éste mismo lo deja claro en un reciente escrito, una suerte de despedida, no familiar, sí política. Pero todo eso era en Santa Cruz, provincia que no llega a los 240.000 habitantes. Menos que unos cuantos Municipios del Gran Buenos Aires. Si se traza una línea imaginaria desde Bahía Blanca hasta el Oeste de nuestro país, y desde ahí hacia los confines, en el sur del sur, los votantes son menos que en La Matanza. Gobernaba un feudo, con prácticas feudales.

De modo que Kirchner comienza a tener relevancia nacional, en el momento que asume la Presidencia de la Nación. Aún en ese entonces, la mayoría de la ciudadanía desconocía quien era ese hombre que llegaba de la Patagonia. Pretendió, en una primera etapa, lo suficiente para mostrar su atrevimiento, desembarazarse del Justicialismo, intentando la fallida y efímera maniobra de la transversalidad. Como se sabe, el experimento, fantasía descabellada, duró algo menos que un suspiro. A la vuelta de los tiempos, y al momento de su muerte, su derrotero político lo mostró envuelto (¿atrapado?), en el aparato del PJ. Aparato que, dicho sea de paso, lo asimiló como una suerte de extraño, pero del cual era el jefe (se sabe lo que esto significa para dicha estructura política), y garante de la conducción. Más extraña, lejana y casi ajena, para este conglomerado, es la figura de Cristina Fernández. Puede decirse lo mismo de otros colaboradores. ¿Alguien del PJ lo siente como peronista al actual Canciller, para tomar un ejemplo, vulgar él en si mismo, ridículo, imprudente?

De modo que no se dice nada nuevo si se afirma que se ha producido un enorme vacío. No es igual, todavía, a abismo. Esto resulta incontrastable. Conviene reconocerlo y reafirmarlo, dado que se escuchan ciertas voces que dicen “acá no ha pasado nada”. Ocurre que están los engranajes (los de otrora y algunas incorporaciones que probablemente ocurran), pero no está ni la cabeza ni el motor que los haga funcionar ni los ponga de acuerdo. Esta insalubre pero indispensable tarea, entre otras, era la de Kirchner. El ex Presidente se valió, entre otras, y para alcanzar esos logros, de una módica virtud: la astucia. No debería dejarse de mencionar un resorte fundamental  que puso, también, al servicio de ese objetivo: los recursos del Estado, monetarios y de otro tipo, a los que manejó según el entrenamiento que traía de su gestión en el sur. Un objetivo feudal y de la misma manera, un manejo propio de un feudo. Vigilaba, castigaba y premiaba, según se alineasen, o no, los dirigentes del PJ y otros no partidarios, a quienes convocaba al solo efecto de transmitirles una instrucción, emanada de su necesidad circunstancial y de los requerimientos del  momento, según él los entendía y evaluaba. En ese mundo cerrado, donde no cabían ni las preguntas, ni menos aún las explicaciones, se manejaba con algún colaborador cercano y la presencia y el debate con su mujer. Debate como modo de decir: Cristina Kirchner ha reconocido, muchas veces, que su marido, era, además, su jefe.

Esta parte de la herencia podría ser, con el correr del tiempo, la que más preocupaciones le ocasione a la Presidenta. Su no desmentida perspicacia podría hacerle percibir, a Cristina Fernández, más allá de lo que diga la medicina, las últimas, verdaderas y casi secretas causas que llevaron al deceso de su marido. Al momento de su fallecimiento, Kirchner ya sabía que era un muerto político, más allá de sus vanos esfuerzos y del estrépito que hacían sus colaboradores. Veía que no podía ganar en primera vuelta, y en la segunda, pelease contra quien fuese el oponente, menos aún. De modo y manera que percibía que su suerte ya estaba echada y lo que faltaba no era una cuestión de voluntad. Esto, para este tipo de personalidades, es fatal. Todo parece indicar que su hoy viuda algo alcanzó a entrever de los razonamientos de este hombre terco, tozudo, pragmático, enfermado con y por el poder, y se dispuso, y se dispondría, a trabajar en consecuencia.

¿Qué quiere decir trabajar en consecuencia? Por diversas y largas razones que no son el objeto de estas líneas, nuestro país carece, desde hace mucho tiempo, de una épica capaz de movilizar a sus ciudadanos en pos de alguna razón que, a ellos mismos, los ciudadanos, los trascienda más allá de sus esfuerzos cotidianos. Infaustamente, este ideal y materia no está. Se sustituye, en una maniobra que delata la carencia, la enfermedad, por su opuesto. Se intenta fabricar un héroe y así una épica, por el culto a un muerto, que así deviene en el héroe (que no fue en vida), y con eso sustituir a la misión épica, sin la cual es muy difícil proyectar el futuro. Para instalar esa instalación, se requiere una cierta rapidez, a los efectos de evitar que otros hechos o acontecimientos vengan a empañar el justo momento en que se inicia la maniobra. Esta mujer desgarrada, en el “momento más doloroso de su vida”, se hizo presente el primer día de noviembre, en la Casa de Gobierno, a los fines de brindar un breve mensaje de agradecimiento a quienes la acompañaron en los momentos de más intenso dolor. Eso abrió las puertas a la aparición posterior de quienes plantean que todo debe seguir igual, como si Kirchner no hubiese fallecido y acá no pasó nada. No hay tiempo ni de imitar al Gatopardo, con aquello que algo hay que cambiar para que todo siga igual. Hay que instalar a Kirchner, héroe y emblema, para reinventar a Cristina, conducción y poder. Operativo “clamor”.”Después, que importa del después”. Se verá en su momento.

De tal suerte que, a modo de una provisoria síntesis, deberían quedar claros cuales son los principales desafíos que, de ahora en más, enfrenta Cristina Fernández.

1.- Cursar y procesar su duelo, tarea que por su densidad y espesor, más la personalidad de Néstor Kirchner, no se puede resolver en pocos días;

2.- La continuidad, para ella y sus colaboradores, de hacer política, en términos de lograr la continuidad y la no erosión del poder, que había construido su marido;

3.- Gobernar, con todo lo que ello implica, dada la complejidad de nuestro país, el clima de tensión que se vive, y por lo tanto, la imperiosa necesidad de arbitrar en la puja de intereses, que ya hoy están a la vista. Que son inocultables, más allá de las palabras.

Respecto del primer tema, algo ya se mencionó. Se comenta, también, que una suerte de pilar para esa reparación (obra del tiempo, los apoyos y la propia entereza), podría ser la de su hijo Máximo. Tal vez pudiese ser que así sea en el plano afectivo, emocional. Sin embargo se conjetura que algo más que eso estaría llamado a hacer el hijo varón. Una instalación paulatina, por lo pronto en Olivos, para después proyectarse a planos de otra envergadura, básicamente políticos, podría imaginarse y soñarse como un destino probable. El tipo de poder que había construido Kirchner, es difícil heredarlo, y en todo caso la línea sucesoria terminaría en su viuda. Es un joven sin ninguna experiencia en ese lodo y fangal, menos aún en ciertas alturas, y resulta muy difícil imaginarlo en un rol significativo. Un apoyo a su madre, lo que no es poco, y algunas opiniones, con escaso fundamento y sin ningún fogueo práctico, no parecen ser suficientes. La Cámpora, un escaso conjunto de militantes rentados, parece un antecedente de rudimentario valor. Octavio Paz, en su magnífico El Ogro Filantrópico, se refirió, en líneas generales, a los países de América Latina, como “Estados Patrimonialistas”. Una mezcla de los intereses públicos con los privados. Kirchner, en su larga vida pública, supo construir una buena situación patrimonial. En los últimos tiempos, agobiado por el cúmulo de tareas que reunía, el ex Presidente habría delegado parte de este manejo en su hijo. De ser así, y teniendo que ocuparse alguien de estos menesteres, es probable que Máximo deba prestarle mayor atención a esa escabrosa tarea. No será sencilla.

Segunda cuestión. El Poder. George Bernard Shaw, ese notable irlandés, Premio Nóbel de Literatura, supo escribir en Hombre y Superhombre que “el hombre puede trepar hasta las cumbres más altas, pero no puede vivir ahí mucho tiempo”.Kirchner pretendió contradecir esta opinión. Bernard Shaw vivió hasta los 96 años; sabemos hasta que edad pudo vivir Kirchner su desmesura y sus transgresiones. Queda claro que era un hombre osado, ¿también corajudo? El entramado de poder que supo construir, tal vez revele más que su audacia, la demoledora carencia de la dirigencia política de nuestro país. Carencia que es más abrumadora dado que, a buena parte de ella, hoy, con la muerte de Kirchner, parecen quedarse sin un eje que los encolumne, y lo que es peor, alineados en contra de algo, no por un propósito, un proyecto, una visión, el recrear una épica, que como se dijo, está ausente. Esta falencia no le quita a Kirchner, en este terreno, mérito alguno. En una geografía de albañiles chambones, Kirchner supo constituirse como el arquitecto de un armado, que sobresalía largamente sobre el páramo que lo rodeaba. Ese poder requiere, como toda construcción, de arquitectos y albañiles. El ex Presidente lo supo y sobre esa base, más las carencias señaladas, construyó el aparato que lo sostuvo y mantuvo en su Presidencia y lo que va de la de su mujer.

¿Qué y cómo se hace ahora, que el arquitecto no está? Puede decirse, por lo pronto, que no será una tarea sencilla, habida cuenta, entre otras cosas, de un cierto hábito, casi costumbre, que este hombre decidía todo. Se intentará, en un primer momento, y hasta que se pueda, funcionar como si todo siguiese parecido a lo anterior. No se sabe cuan larga será la vida de esta pretendida no – ausencia, No parece que pueda sostenerse como proyecto de mediano plazo. Se advierten simulacros de presunta independencia, a la par que subterráneos intentos de nuevos posicionamientos. Además de esto, ¿alguien vio que, sea lo que fuese lo que se intente, pueda encontrarse un atisbo de programa, de proyecto, que permita modificar el “modelo” en curso? Aparecerán, naturalmente, y dentro del kirchnerismo, los halcones y las palomas, pero todos con el mismo objetivo. De todos modos, las disputas, subterráneas y no tanto, comenzarán a dejarse ver. Será diferente que “el entorno” que definió Balbín en su época; los tiempos y los protagonistas son diferentes. ¿Significa todo esto, hoy, hablar del fin del kirchnersmo? Parece apresurado y, además conviene recordar aquello de que los muertos de los que se habla, gozan de buena salud. En definitiva, hay un tiempo abierto y habrá de verse cómo lo procesan quienes creen heredarlo. Y los humores de la sociedad.

La gestión de gobierno. Un canto popular dice que “hay un vacío imposible de llenar”. Que duda cabe, hay un vacío. En la inmediata gestión de gobierno, ¿es imposible de llenar? A través de los primeros gestos y algunas palabras, todo parece indicar que no deberían esperarse cambios significativos en lo que hasta hoy venía ejecutándose. Hay ciertos funcionarios que, por el contrario, hablan de profundizar el modelo, como si fuese de sencilla comprensión ese galimatías, que todo lo nombra y nada dice. Este modelo ¿quiere decir, por ejemplo igual o mayor inflación que la presente? Menor, de ninguna manera, dado que para el señor Boudou ese, el de la inflación, no es un tema. Si las cosas van bien, muy bien en lo económico, dice el gobierno, ¿a qué cambiar? En el terreno internacional, por lo demás, está todo por hacer, o mejor dicho, por re – hacer. ¿se conoce de algún proyecto que hable de eso, o por el contrario, será más de Chávez y otros adláteres. Debe viajar, la Presidenta, a la reunión del G20 en los próximos días. Sería dable esperar que no se suba al atril a pontificar, y modestamente, escuche. Todos interrogantes que las próximas semanas irán develando.

“La insurrección es el acceso de furor de la verdad. A veces insurrección es resurrección”. Comentarios de Victor Hugo sobre las revoluciones. Kirchner no fue un insurrecto, en todo caso un heterodoxo de las formas. La última insurrección de los tiempos recientes, en nuestro país, fue la del campo, que determinó el comienzo del fin de un contenido y modo de concebir y hacer la política. Es de esperar que los herederos de Kirchner sepan captar el mensaje. Siempre hay tiempo.


Buenos Aires, noviembre 3, 2010.

En primer lugar, Cristina Fernández debe cursar el duelo, propio de estas circunstancias. No es mucho lo que se ha dicho y hablado de esta cuestión. Una relación de 35 años, que como todas ha tenido su andar y desandar, no se procesa sólo en algunas horas. Por lo demás, una relación afectiva y política, en la que inevitablemente estas esferas diferentes suelen entrelazarse, complica aún más ese proceso. El voluntarismo de ciertos colaboradores, a propósito del presente y el futuro, no agrega nada, más que deseo y confusión. Los avatares del tiempo han realizado una acción devastadora; la reparadora tarea, además del tiempo, requiere de una templanza y un talante, en el que tal vez los hijos puedan cumplir un apoyo; sin embargo, básicamente, es un coraje de la soledad. Los hijos, por lo demás, tienen que hacer su propia vida, sea la que sea.

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