noviembre 02, 2009

La Cara Oculta de la Luna

Atrás en los tiempos, hace aproximadamente un siglo y medio que se escribió, hemos leído que “la violencia es la partera de la historia”. Era la época en que “un nuevo fantasma recorre el mundo”, y esa recorrida era para cambiarlo drásticamente, naturalmente por medio de una revolución, no de una cualquier rebeldía o rebelión, ni otro tipo de protestas aisladas y circunscriptas. Los tiempos pasaron y los cambios, que los hubo y muchos, ocurrieron como consecuencia de diversas conmociones, guerras, enfrentamientos, desolación y muerte entre los seres humanos. También, claro está, y por sobre todo, como consecuencia del avance, no de la aniquilación del capitalismo y sus sucesivas etapas, que contribuyeron, claramente, a otro tipo de revolución planetaria. Quitarles a los poetas, por ejemplo,  la imaginación de “pensar” la Luna, como eje central de muchas de sus disquisiciones, cuando el hombre se asentó en ella, viene a conformar también, hecho no menor, parte de esos cambios que modificaron el mundo. Como en todo tipo de mutaciones, ocurrieron avances y retrocesos. Es una pérdida, casi irreparable, que nos falten las reflexiones de Leopardi o de Voltaire sobre la cara oculta de la luna, cómo se podría llegar hasta ella y que habría del “otro lado”. Llegaron a imaginar, colmo de la imaginación, hasta una “tela de araña”,  que pudiese transportarlos hacia ese destino. Todo eso hoy ya se sabe. Es un avance, probablemente el más significativo del siglo XX, el que ese acervo ya pertenezca a los dominios de la humanidad. Baste corroborar que ese “nuevo mundo”, además de existir,  recién comienza y a altas velocidades. El talante y la estirpe de los hombres parecen, sin embargo, más reacios a admitir y a adecuarse a los propios cambios que genera.
Si fuese verificable ese cierto espíritu refractario de los hombres para convivir en ese mundo cambiante y a la par desconocido (se los ha llamado reaccionarios a quienes así se comportan), muchas características del acontecer nacional actual podrían encontrar una suerte de explicación. El doctor Kirchner, por ejemplo, que ha pretendido jugar parte de su vida en la vereda del progresismo, viene a demostrar, con su accionar, que se comporta como un auténtico reaccionario. Promotor de lo más gastado y mal añejado que ha funcionado en la vida nacional. Hemos vivido, en épocas recientes, diversos tipos de “patrias” que pretendían usurpar y confiscar la Patria, la de todos, aquella abarcativa y total. Recuérdese, sin ir más lejos, la “patria” sindical, la “patria” financiera, la “patria” contratista y otras varias que pretendían arrogarse lo general, en nombre de un mezquino singular. Mezquino y por cierto ruinoso. Ahora, en este presente tan nublado y confuso, en apariencia, Kirchner, nuevamente, lo intenta realizar. Esta creación es la “patria” piquetera.

Ya se sabe como terminaron aquellas diversas experiencias. Se diría, en dos palabras, que nada para celebrar y mucho que lamentar. Cabría la pregunta entonces: ¿Qué razón habría para pensar que esta “novedad” a la que se asiste, tendría un desenlace diferente a aquellas anteriores que se mencionan? Esto comenzó hace más de un lustro, pero se fue incrementando cuando unos vecinos/asambleístas/ambientalistas decidieron confiscar la política exterior, que por definición es del Estado, e impusieron sus criterios a toda la sociedad. Amparados y hasta casi empujados por las argucias del Poder. Se diría, en la entera parábola, desde la dictadura de Gualeguaychú, hasta los para-estatales de Tupac Amarú. Con fondos del Estado, sin ninguna duda, dado que es público. Algunos grupos de ellos, también, probablemente con armas. No se sabe bien por qué y tampoco para qué, pero podrían caber pocas dudas que efectivamente esa fuese la realidad. Estas tormentas generan tempestades, irremediablemente, más tarde o temprano. También se sabe cómo y donde recaen los costos de estas descabelladas aventuras.

Convendría, sin embargo, detenerse en una aparente paradoja. Aquellas fracciones, ya que tal vez no facciones, que conformaron las diferentes “patrias”, no han desaparecido por completo. Gozan, como aquellos a quienes se pretende dar anticipadamente por muertos, de una muy buena salud. Solo que con alguna cosmética y una cierta metamorfosis, en la que todo parece cambiar, pero en definitiva permanece como la esencia de lo que fueron. Y son. Piénsese en la CGT del camionero Moyano, aliado principalísimo y sostén privilegiado del gobierno y se advertirán sus asombrosos parentescos con grupos de otrora, de la misma extracción y de idéntico comportamiento. En el mismo sentido, la denominada “burguesía nacional” de estos días, que viene a resultar un conjunto de amigos de Kirchner, dispuestos para cualquier mandado que genere rédito inmediato, en las más diversas áreas de actividad y que reproducen, como un calco, las andanzas de los “contratistas” del pasado, no tan lejano. Se ha mencionado también la llamada “patria” financiera, en alusión a aquellos tiempos y actores del negocio del ámbito de las finanzas, los del tiempo de la “plata dulce” y el “deme dos”. ¿Hay más analogías o diferencias con la Argentina de estos días? Rendimientos financieros que causan estupor en el mundo serio, resultan hoy, en nuestro país, retornos al juego financiero de una magnitud que no pueden provocar sino asombro e incredulidad. ¿Cuánto dura toda esta “burbuja”?, un claro e inequívoco síntoma de enfermedad, no de salud.

Sobre esta monumental ficción, y gracias a los medios para todos y la pluralidad de expresiones, se pretende hacer creer que habría un florecimiento de la economía, la real, la de la inversión, producción y empleo. Y a lo que se asiste es a la gestación de una suerte de bomba de tiempo que tiene destinos de colapso. Por cierto, con heridos en el camino y con buena parte de la sociedad salpicada con las esquirlas de esta primavera de recuperación.

En este marco se suma, en efecto, un actor relativamente reciente (sujeto político son proclives a llamarlo ciertos posmodernos), que crece con fuerza y se van adueñando paulatinamente de los espacios en donde la sociedad debería desenvolver, libremente, sus tareas de todos los días. Kirchner lo ha hecho. Ha gestado una nueva “patria”, la “patria” piquetera. Titularizan las protestas, son dueños de la calle y manejan, también, a la par que “generan”, cuantiosas sumas de dinero. La fachada es contra ciertas insensibilidades del gobierno en materia social, se dice y proclama; el objetivo es, por el contrario, mucho más concreto: tomar cuotas crecientes de poder, para luego “negociar” con Kirchner (¿hasta cuando él imagina su futuro político?),  espacios en el poder.

Podría admitirse que las siguientes líneas deberían formar parte de una modesta nota a píe de página en esta crónica de acaeceres. Se piensa, sin embargo, que lo que se recordará brinda una de las imágenes más nítidas y potentes del estado general de la cultura de la sociedad. Racing es un club de fútbol de Avellaneda que despierta fuertes pasiones, para nada paralelas a sus erráticas campañas y menos aún comparables a las catastróficas administraciones que ha padecido. Su campaña de este año es pésima y así es su posición en la tabla de los descensos. No se afirma que no pueda recuperarse, pero de la manera en que van las cosas, el esfuerzo que deberá hacer para mejorar el lugar que ocupa será tremendo. Tampoco se sugiere ni se dice que Kirchner lo haya “engualichado” con su fervor por la Academia, pero de pronto se juntan demasiadas casualidades y aparecen nocivas tentaciones. De modo y manera que el Club debe mejorar para superar el lugar en que se encuentra.

¿Qué ocurrió en la Argentina mágica, no solo del  mundo del fútbol? Una “solución” que sin duda dejaría estupefacto al propio García Márquez o quien de estos escritores se quiera tomar. La dirigencia (?) de la institución no tuvo mejor idea que anunciar la contratación de un notable jugador alemán del  pasado, en vista de la “necesidad de brindar a los jugadores un shock anímico de apoyo”. Se anunció a los cuatro vientos la incorporación de Matthäus como técnico del equipo. Se conoce el final. Semejante despropósito corrió la suerte de este tipo de aventuras. Por un mensaje de texto, a que más, el ex jugador avisó que no vendría y la funambulesca solución quedó, como tantas otras cosas en un anuncio payasesco. ¿No es que acaso ya habíamos conocido el “tren bala”, como salto categorial a la Argentina del futuro? ¿O el anuncio que “un inquilino igual a un propietario”? Solo que estos loables propósitos habían sido anunciados por la Presidenta, no por dirigentes de un equipo de fútbol. De lo que resulta y se puede observar, que la decadencia “permea” y se instala en buena parte de los más diversos estratos sociales. Lo que ha ocurrido, en definitiva, es que primó la cordura y la responsabilidad, la del alemán claro está, no la de estos trasnochados de pacotilla.

Este ejemplo, sin embargo, puede trasladarse a los ámbitos políticos, económicos y sociales. Y puedo hacérselo, lícitamente, dado que funciona como un perfecto espejo de la ausencia de un diagnóstico serio de cómo están las cosas, en primer lugar, y luego como un modelo del facilismo, por no hablar de hipocresía, con que se encaran los inconvenientes y las maneras de abordarlos. Si Matthäus no quiso venir a nuestro país, por obvias razones de fácil comprensión, ¿Qué puede decidir hacer alguien que, en lugar de dirigir un equipo de fútbol, intenta implantar en el país una inversión productiva, arriesgando capital, experiencia, alguna marca, si es que desconoce lo que puede ocurrir, no lejano en el tiempo, sino digamos mañana? ¿Cómo piensa el gobierno que puede seducir a cualquier inversor” Ya se sabe, la ignorancia es la única habilidad que no requiere perfeccionamiento. Resulta elemental, y la experiencia lo revela, que acá, por ahora, tiene poco para hacer. Algo más que los sobresaltos, de los que quiere huir, para dedicarse a lo que conoce. Ese clima, hoy por hoy, se sabe que está ausente y en consecuencia, hay propensión a cualquier cosa, excepto invertir.

Entre tanto, ¿Qué sucede en el aparato político y partidario de las diversas fuerzas que operan en ese terreno? Parece verse, hasta el presente, la formación embrionaria de dos grandes bloques con destino de confrontación. Grupos de muy distinta fortaleza y de dispar capacidad a la hora de actuar. Una pareja de opuestos (¿tan opuestos?), en extremo despareja. De un lado todo el grupo diverso que se alinea con Kirchner, y que reconoce los más diversos y hasta opuestos orígenes y propuestas de acción. Con la enorme ventaja de una sola cabeza de conducción y mando y el irrefrenable poder de la “caja”. De otro lado, el más heterogéneo grupo, que podría definirse como el arco opositor, en donde según lo visto hasta hoy, es poco el amor y mucho el espanto, lo que teóricamente los uniría. Formación en la que entrarían la UCR, el PJ llamado disidente, o alguno de ellos, el PRO de Capital Federal, las no escasas fuerzas que siguen a Cobos, la doctora Carrió y el socialismo, que todavía no parece saber muy bien en que lugar colocarse. ¿Qué es lo que puede entreverse que podría ocurrir? En primer lugar, tienen que terminar de conformarse y definirse, para lo cual no tienen todo el tiempo del mundo. Podría decirse, en principio, que a finales del primer trimestre del año próximo, estas cosas deberían tener un importante grado de elaboración, para comenzar el 2010 en condiciones de armar todo el entramado territorial que estos grupos requerirán. De modo y manera que no son más de 4 ó 5 meses (incluido verano), de preparación.

Este tiempo rige fundamentalmente para las fuerzas de la oposición, dado que si en marzo están y actúan como hasta hoy, el panorama tenderá a complicárseles. Kirchner, previsor, apura los tiempos, tal como se ve en el Parlamento y otros ámbitos en los que se juega poder. Está claro que estas fuerzas denominadas opositoras deberían proponer y hacer algo más que confusos y difusos propósitos de acuerdos, pactos, gobernabilidades, consensos, Moncloas a la criolla y otro conjunto de jeroglíficos que nadie entiende y a pocos atrae y conmueve. Un filósofo francés escribió un tratado (¿podría decirse otra cosa tratándose de un francés?), que denominó Para leer El Capital; ahora bien, si para leer El Capital habría que leer previamente Para leer El Capital, es que en el texto del viejo Marx hay algo que no anda bien. A la oposición de nuestro país parece que le ocurre algo parecido. Tienen que andar aclarando, cada rato, lo que quisieron decir cuando dijeron tal o cual cosa. Si las cosas siguen de este modo, se requerirán, rápidamente, hermeneutas que vengan a explicar que cuando alguien dijo algo, en verdad quiso decir tal otra cosa. Kirchner mientras tanto avanza, produce hechos, disciplina sus fuerzas y mira como vienen, a la zaga, aquellos que dicen ser sus opositores. Los mismos que hace cuatro meses fueron ampliamente favorecidos por los votantes, lo que produjo una fuerte conmoción de las fuerzas del oficialismo.

Todo esto en el marco de una caída notoria y sustantiva en la imagen del ex Presidente. Igual que en el caso de su mujer, la Presidenta de la Nación. Lo que parece revelar, por si hiciera falta otra prueba, la existencia de un fuerte desacople entre los anhelos y demandas de la sociedad y la respuesta que esta encuentra entre la dirigencia política. Estas fracturas, desencuentros, cadencias con diferente ritmo, profundizan aún más el divorcio de los estamentos sociales y sus representantes. Lo que sale de esto, es rica la historia en mostrarlo, es que quienes deberían ser vanguardia suelen terminar como furgón de cola, si sobreviven; y la retaguardia puede quedar librada al influjo de otros actores o sumergirse en el voluntarismo y espontaneísmo, en el medio de conflictos mal procesados. De ninguna manera se quiere afirmar que esta situación podría configurar un cuadro preanárquico, dado que hay un gobierno y un poder, y este último se ejerce y está presente en los aspectos centrales de la vida del país. Es, por cierto, una mala política y otra mala administración, por un lado; de otro lado, ingentes demandas económicas y sociales que no encuentran una vía de expresión.

Este hacer permanente de Kirchner fue posible por efectos de una economía que crecía, engordaba dicen algunos, lo que generó excedentes fiscales que le permitieron repartir, de manera arbitraria y clientelística, aquel superávit fiscal que mostraba la economía. Ahora, aquel excedente tiende a desaparecer. Ya se ha visto que el superávit de septiembre vino a resultar un 94% menor que el del mismo mes del 2008. Mientras tanto, Kirchner hace como que nada pasara y continúa con su misma política. Los apuros del impetuoso Boudou, en estos días, tratando de explicar lo inexplicable (¿Por qué se seca la caja?), revelan que la situación tiende a desmejorar, no a mejorar. Y se requiere, para eso, acceso a los mercados voluntarios de crédito, hoy cerrados para nuestro país. Kirchner, según se dijo, sigue haciendo, intuyendo, tal vez, que no será él quien deba realizar el ajuste fiscal que inevitablemente deberá realizarse. Que sea otro, el que venga, que cargue con la “tarea sucia” de sincerar los números y precios de la economía. ¿Si por un accidente de la historia le tocase a él hacerlo? (Nunca más funesta esta futurología). Pues bien, el pragmático Kirchner recurrirá al FMI, institución a la que le pagamos al contado nuestras deudas, pero de la que seguimos siendo socios, y ahora que cambió (gracias a nuestra prédica), se puede volver a conversar.

El ex Procurador General de Santa Cruz Eduardo Sosa, expulsado por Kirchner de su cargo por razones enteramente arbitrarias, tal como se gobierna en una organización feudal, y así procedió Kirchner cuando regía los destinos de aquel lejano Sur, debe ser repuesto en su cargo, según una disposición de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Tarea que no será sencilla. En una reciente declaración, el doctor Sosa, vino a explicar lo que era obvio, pero de lo que no se hablaba: “Los Kirchner gobiernan de una manera medio tóxica”. Esta afirmación de Sosa es la que hoy, de manera corriente y creciente, domina a la sociedad. Si en lugar de “medio tóxica” hubiese afirmado “enteramente tóxica”, estaría más cerca de ese sentir de la sociedad.

Pero Kirchner, a quien en apariencia no le entran las balas, sólo en apariencia, mientras tanto sigue haciendo y deshaciendo a su modo y manera, además de a la bartola, con el solo propósito de conservar poder. Poder que se le escurre como el agua entre las manos. Si en el entre tanto, campea en la “oposición” la idea de seguir “haciendo la plancha”, el camino, plagado de dificultades, se le facilita. Logró que se aprobasen en el Parlamente tres leyes claves, luego del 28-06, como si en esa fecha nada hubiese pasado. Sabe que no es eterno, se palpa el malestar y malhumor social y seguramente, la oposición va a reaccionar. Otro sería el cantar a partir de marzo. Le quedan a él, como se dijo, 4 o 5 meses de capacidad “tóxica”; a la oposición, otro tanto, para recomponerse y estar en condiciones de dar una mejor batalla.

Tenemos, los argentinos, la facultad de recordar a Borges cuando se presentan cuadros de situación como los de este presente. Entre 1983 y 1984 mantuvo un notable ciclo de conversaciones radiofónicas en la ex Radio Municipal, acompañado en sus diálogos por un excelente periodista, Osvaldo Ferrari, quien lo iba acompañando con sus preguntas. Para la fortuna de todos nosotros, el diálogo radial fue editado como libro, no se perdió, y son los Diálogos, que constituyen una verdadera fiesta del pensamiento y la emoción. Se acordó no hablar de política partidaria, pero Borges no se privó, frente a alguna pregunta, de ciertas referencias al decurso de la Nación. En una de ellas, Ferrari lo incita a echar una mirada sobre parte de la historia de nuestro país. “Mire, yo no se bien lo que nos pasa a los argentinos, pero tengo algunas observaciones. Siempre supe, por ejemplo, que para andar por los llanos de La Rioja sería conveniente la figura del tigre y encuentro que alguien ha sido nominado como “El” tigre de los llanos. También observo que los Entrerrianos han sido valientes y ahí aparece “El” supremo entrerriano. Tal vez lo más curioso es uno que se hizo llamar “El” restaurador de las leyes. Yo no se que leyes habría en aquella época, pero si las hubo, me inclino a pensar que más que un restaurador era un violador de la ley. En definitiva, una tendencia a la desmesura en la adjetivación aumentativa. No parece un noble antecedente”.

¿Que nueva desmesura de un desmesurado patológico deberemos padecer?

Buenos Aires, noviembre 2, 2009.

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